Más vale tarde que nunca
Más vale tarde que nunca, dicen. Así que, aún cuando algunos observadores, como Alfonso Zárate, reprochan al Presidente el haberse tardado tanto en decretar la liquidación de LFC (la medida debió aplicarse desde 2008, le parece), la mayoría sigue aplaudiendo esta decisión, tal como consigna hoy Reforma en una encuesta telefónica, donde, de una muestra de 500 entrevistas, el 50% de los capitalinos aprueba la liquidación de esa empresa, contra 37% que se opone, y 13% no tiene opinión. Incluso 79% de los entrevistados afirma que las movilizaciones que a partir de esta tarde iniciará el SME, no impedirá el cierre de la compañía. Este es el segundo sondeo de opinión difundido en la semana por medios impresos favorable al gobierno federal. El primero fue levantado por el Gabinete de Comunicación Estratégica (de Federico Berrueto) y difundido el martes en Milenio, que reflejó que ocho de 10 personas manifestaron su respaldo a la determinación del titular del Ejecutivo de acabar con ese lastre para la economía nacional. Ayer, no obstante, hubo otra encuesta difundida por El Universal, que también divide a la opinión pública entre los que aprueban y los que desaprueban la liquidación de LFC y que los columnistas afines a la causa del SME y del Peje López Obrador (entre ellos Ricardo Rocha) le conceden mayor credibilidad que las anteriores, aunque reconoce la ventaja relativa de 48% a 43% para el gobierno en esta trascendental resolución. Obviamente Rocha, en su afán de golpeteo a la medida, destaca los resultados de otros rubros arrojados por la misma encuesta, como por ejemplo que las condiciones de privilegio de las que gozaban los sindicalizados de LFC, también eran para los directores y empleados de confianza de la paraestatal. Más aún, en la primera plana de El Universal, ayer, también se publicó una gráfica comparativa entre la satanizada LFC y la idealizada CFE, que sintetiza –se ufana el panegirista del Peje- que “tan caro es el pinto como el colorado”. Esto, porque al igual que LFC, la CFE también cuenta con miles de sindicalizados con igual o mejores prestaciones que la extinta LFC. Sin embargo, la mayoría de analistas políticos, hoy, vuelven a cuestionar el papel del ex dirigente del SME, Martín Esparza y sus aliados (AMLO, Porfirio Muñoz Ledo y Fernández Noroña) por la movilización que realizarán esta tarde y que, como vaticina Ciro Gómez Leyva, “será el último canto del SME”, sobre todo por el contundente rechazo que recibió ayer del presidente de la Comisión de Energía del Senado, el priísta Francisco Labastida, quien públicamente lo bateó (a Esparza, cuando éste acudió a pedirle apoyo), al decirle: “eso dependerá de la decisión del gobierno federal, pues si a la Federación no le interesa acercarse, por la posición irreductible expresada públicamente por el sindicato, ni cederá en su posición de cerrar LFC, el Senado no intervendrá”. Así las cosas, habrá que ver cómo se desarrolla la situación, puesto que si bien el SME tiene de su lado a los maestros de la anarquía que pueden poner de cabeza al país cuando lo quieran, el Estado, con esta decisión, ha recuperado la rectoría sobre el sector energético, al grado que Carlos Elizondo Mayer Serra (se recomienda su lectura completa, en Reforma) considera la medida como una segunda nacionalización del sector dado que LFC estaba privatizada a favor del SME. O para dejarlo en palabras de Alfonso Zárate: Tanto sembraron “diablitos”, que al final se les apareció Satanás”.
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